jueves, 4 de febrero de 2010

El odenador y la ficción.


“Yo’’: una ficción de la que a lo sumo somos coautores.
Imre Kertész


I

La idea de trabajar directamente en un ordenador sin medios tangibles, además de presentar las cuestiones permanentes sobre el soporte de la obra o sobre la carencia de un original, termina por cuestionarnos indefectiblemente a nosotros mismos.
Como la irreductible duda que se plantea cuando el ordenador se apaga: ¿dónde quedamos?, ¿qué queda de uno mismo?, y ¿dónde está nuestro trabajo?.

El trabajo digital se construye en un espacio muy parecido al de la ficción, donde las imágenes figuran ilusorias y hasta cierto punto parecen no existir. Como cuando al terminar de contar una historia queda solo el recuerdo. El recuerdo en nuestra memoria: espacio de la imaginación.
Los artistas zen, siempre nostálgicos, contemplan y meditan observando. Después blanden el recuerdo sobre su lienzo.
Kitagawa Utamaro pensaba y recordaba mirando, volcaba en la ejecución de su lápiz el registro de la contemplación de la memoria, los registros eran interpretación del mundo y esa interpretación del mundo construían su pensamiento. Así, la mirada que medita sobre el mundo persiste, como una imagen que se vuelve  recuerdo.  Aún más, la imagen persiste y trasciende, y el recuerdo, entonces, nos piensa, nos inventa.
Un espacio ficticio que nos va construyendo, que nos va registrando bajo la luz del pensamiento, que nos permite urdir el recuerdo y la imaginación en un mismo lienzo. Mirada que devana la luz de lo que imaginamos.
Transfigurar los perceptos del mundo en invenciones a través de una ilustración digital, es justamente arraigar la mirada en todo lo que nos es cierto. El mundo se abstrae y se devuelve.


II

Todo se observa a través del diafragma del ojo sucediendo la mirada, como el monitor de un ordenador enhebra la imagen digitalizada de un mundo que sucede en la percepción de un ilustrador. Su reflexión debe transformar esos recursos en elementos inventivos, alejándose del del kitsch digital y separándose, como se separa la ficción y el pensamiento, del mero fingir.
Instrumentalizar así el trabajo, permite que lo digital ocurra a través del pensamiento.  Esta conceptualización debe destruir el paralogismo de que la ilustración digital es mera imitación.



 III

No hay nada tan ficticio como una ilustración digital, como su trazo sin impronta reproduciendo perceptualmente una impronta. Ficticio, como el Ukiyo-e  toma su pensamiento para construirse.
Precisamente esas construcciones son las que colocan el trabajo digital en los mismos espacios de la ficción, un hilo concreto de un mundo inasible; es el infinito hilo del artificio que enhebra la imaginación por el pensamiento. Trabajar con un ordenador es trabajar con la reflexión de la mirada, no con la luz, sino con el reflejo que incide en el ojo; mirando, enfocando, diafragmando el mundo, iluminando desde la memoria y el pensamiento.  No hay lienzo de algodón o de papel, no hay planitud, no hay registro del material, sólo una ventana que deja ver las figuraciones del pensamiento que se graban en un archivo digital.
Como la fotografía que guarda la luz, la memoria guarda la mirada y el ordenador guarda lo que imaginamos.  Es como dibujar con el halo de luz del barroco, alumbrando solamente lo que podemos ver en esta gran oscuridad:  ventana otra vez.

 


IV

Si.  Nos alejamos de la mesa en donde el cuerpo se instrumentaliza y prolonga su peso en el soporte proyectando su propio accidente plástico, pero nos acercamos directamente a la mirada que ejerce otro peso para abrir una gran ventana:  Fictio formarum, la formación del mundo a través de la luz.

Así pues, esta idea de no contacto, de no tangible, que es lo que desarraiga el trabajo digital, paradojicamente, es la misma naturaleza que le permite construir en los mismos espacios donde ocurre la imaginación y la fantasía, alumbrando nuestro posible.  Convirtiendo este gran “artefacto˝, el rígido ordenador, en la impronta de una imaginación flotante.

V



Efectivamente, el monitor es una gran ventana de lo posible.