lunes, 30 de noviembre de 2009

Trabajar con la intuición.

Creo en la intuición como forma natural para acercarse al texto, siempre obtengo una idea a priori de él. Esta es el alma de todo trabajo, de ella me nutro al trabajar; las palabras, las imágenes, las ideas. Siempre surgen de la primera intuición. A ella me ato, a ella siempre regreso cuando me pierdo.
Un recorrido vital que termina en un conocimiento. Acercarse, alejarse, nombrar.
De ahí que creo que siempre me moveré en lo incierto, en las imágenes inciertas, porque, al igual que el lector (eso deseo), entenderé la idea solamente hasta después de haber concluido en una reflexión.
La intuición es el primer paso hacia eso que de alguna manera nos espera. Entender, entonces, es detenerse y observar ese andar.
Lindo paseo el conocimiento.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Ilustración

La ilustración es una escritura que se lee en silencio, que se dice en silencio, la escritura del silencio.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Otras lluvias




"La flor rechaza a toda palabra que empaña su color"
dijo el poeta.



Las que uno pueda imaginar siempre serán nimias.
Disculpas, pues, por la torpeza.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Vocablo visual


La voz dice,
el silencio imagina.

Un libro.

Vocablos en silencio.

Ilustrar en los espacios de las palabras con vocablos visuales es encontrar una escritura que conserva el rasgo más poético de la palabra, un lenguaje que se dice en silencio. La palabra que es siempre pensamiento.

Construir no sólo con signos, sino con vocablos visuales que enuncien y que moldeen toda estética en el trabajo.

Los vocablos visuales en una ilustración alumbran la imagen en su origen como lenguaje, la erigen en pensamiento. Permiten una sintaxis que se nombra. No sólo la estética formal o su andamiaje conceptual, sino, además, el lenguaje de vocablos que posibilita profundidad en la lectura. El paisaje que nos hace hablar "a solas".

Sí, la voz dibuja la forma ciega.

Hacer proposiciones visuales que, además de reconocerse y significar, se lean en una nueva posibilidad; construir así, en la naturaleza de la escritura, es renovar y consolidar el lenguaje. Entonces el objeto renacerá en el mundo y la ilustración vendrá de su lectura.
Así es como apropiamos el universo y lo transfiguramos en mundo, a través de nombrarlo, la magia que hace que los objetos se conviertan en pensamiento. Es esa escalera que une lo de aquí y lo de allá, el axis mundi. Lo que es el libro y lo que imagina el lector. Un péndulo ontológico
En ese acto, la palabra figurará la forma y la forma enunciará la ilustración, un juego fantástico: el origen antiguo de todo lenguaje, la abstracción y la simbolización, pero además, la enunciación. El juego de un cuenta cuentos. Será por eso que los ilustradores somos mentes antiguas.
Y es que la palabra es esa gravedad que sujeta la forma pero que a la vez, la eleva en el imaginativo. El equilibrio exacto moldeándolo todo.
La ilustración debe ser así, la escalera desde lo más profundo hasta lo más alto, los escalones de los silencios, la palabra que nombra pero que no se dice.
Leemos las ilustraciones a través de visualizarlas y las abstraemos al mundo en sus palabras. La imagen sucede.
De ahí la importancia de un buen uso de la palabra en los ilustradores, que no solo sustente el pensamiento, sino que además, le devuelvan (y la devuelvan) a la imagen ese poder evocativo originario. Al final habitamos siempre de cerca el primer acto del lenguaje, imaginar.

Las palabras son imágenes, las imágenes son palabras.

Sí, la ilustración ocurre.

Es esa línea que trazamos en silencio con la voz de la palabra la que figura nuestras ilustraciones. Es mostrar, no decir; el lector es el que dirá, como cuando leemos un poema y nos quedamos callados, esperando imaginar en silencio.

domingo, 1 de noviembre de 2009